Antonio de Mendoza y Pacheco, primer Virrey de la Nueva España
El 17 de abril de 1535 es nombrado primer virrey de la Nueva España Antonio de Mendoza y Pacheco, por orden del rey Carlos I de España.
Hijo del primer marqués de Mondéjar, don Iñigo López de Mendoza, y de su segunda mujer Francisca Pacheco Portocarrero, nació en Mondéjar el 12 de septiembre de 1490.
Se casó con Catalina de Vargas, hija del Contador Mayor de los Reyes Católicos, teniendo tres hijos.
Se inició en la actividad política y militar en la Corte de Fernando V, siguiendo al servicio de su nieto Carlos I.
La elección de Antonio de Mendoza fue en parte, por los resultados en su administración del reino de Granada tras la conquista de parte de los Reyes Católicos, sin embargo, tuvo que improvisar el tipo de gobierno en un territorio ajeno, con una población recién conquistada y hostil a las costumbres y la religión de los europeos.
Una vez llegó a la Nueva España asumió los cargos de presidente de la Real Audiencia de México y capitán general de la Nueva España.
Llevó a juicio al gobernador de la Nueva Galicia Nuño Beltrán de Guzmán, por cargos de corrupción y maltrato a los naturales.
En sus quince años de virrey fundó la primera casa de moneda en 1535, trajo la primera imprenta en América, hizo valer las Leyes de Indias y protegió a los indígenas americanos de ser maltratados o usados como esclavos, promovió la exploración de América del Sur y los viajes que descubrieron las Filipinas.
En 1549 deja el cargo para ser el segundo virrey del Perú y fue sustituido por Luis de Velasco.
Fallece el 21 de julio de 1552 en Lima (Virreinato del Perú).
A Antonio de Mendoza se le debe la redacción en 1551 de la primera declaración de Independencia de América enviada a Carlos I donde proponía la separación del cargo y el reconocimiento de los reinos como independientes, el motivo era su imposibilidad de nombrar sucesor a su hijo y crear un cargo hereditario de virreyes en Perú y la Nueva España.
El Virreinato de la Nueva España perduró hasta el 24 de agosto de 1821, en que Juan O’Donojú, firmó los Tratados de Córdoba, siendo el último de los 63 virreyes que hubo en los 300 años (1521-1821) que duró la presencia española en México.