Día de Todos los Santos
El 1o. de noviembre la iglesia católica celebra el Día de Todos los Santos, que honra a todos los santos de la iglesia que han alcanzado el cielo.
En la antigua Roma el 13 de mayo se festejaba la Fiesta de los Lemures (espíritus) dedicada a los dioses con el objetivo de ahuyentar a los espíritus de los muertos que se creía traían desgracias a los vivos.
En el 609 el papa Bonifacio IV consagró en la misma fecha el Panteón Romano a la Santísima Virgen y a todos los mártires, y en el siglo VIII Gregorio III trasladó la festividad de los santos al 1o de noviembre para desaparecer la fiesta de las cosechas y el samonios celta, costumbres muy arraigadas entre los pueblos paganos, dedicando una capilla en la Basílica de San Pedro de Roma en honor de todos los santos.
La conmemoración de los santos comenzó con la persecución de los romanos a los cristianos, los mártires eran considerados santos que habían alcanzado la Gloria de Dios por sufrir el martirio desde Juan el Bautista.
Con el paso del tiempo se incluyó a los santos no mártires, a los que se consideraban habían salido del Purgatorio por expiar sus faltas y los convertidos en santos.
Todos los Santos se fusionó con otras festividades en la Iglesia primitiva dando origen a distintas formas de conmemorar más allá de una actitud de luto, la creencia pagana de que el inframundo se abría al paso de los muertos al mundo de los vivos creo tradiciones como recibir a los muertos y festejar su presencia.
Antes de la Conquista, los pueblos mesoaméricanos acostumbraban dar un festejo a los muertos en el mes de agosto, cuando se creía que los niños ya muertos abandonaban el Mictlán o inframundo prehispánico, para volver al mundo de los vivos por cosas que habían olvidado, al final del mes se dedicaba a los adultos, se les hacía un camino con la flor de cempazúchitl y se encendía el copal para guiarlos.
Tras la Conquista el sincretismo con el catolicismo permitió que estas similitudes con las fiestas paganas de Samhain trasladaran la festividad de los muertos entre el 1 y el 2 de noviembre, dedicados de forma popular a los muertos niños y adultos preparando su llegada a las casas y cenando con ellos.
En algunas partes se conservó la costumbre de llevar las ofrendas a los cementerios y hacer de la fecha una fiesta en que vivos y muertos comparten un tiempo antes de volver al inframundo prehispánico.
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