Reflexiones en tiempo de cuarentena

Me preguntaba así como la mayoría de todos nos preguntamos en este momento, después de que pase esta situación global ¿Hacia donde quiero volar?, ¿Hacia donde quiero ir?, ¿Cuál es el destino?

Y me decía a mí mismo: “Que me voy a la playa”, “Me voy al extranjero”, “Me voy a un bosque”, “Me voy a la ciudad de México”, “Me voy a Monterrey”, “A Guadalajara”, ” A la naturaleza”, “¿A dónde me voy?”.

En estos momentos en los que estoy en introspección, me doy cuenta que estaba queriendo volar hacia una dirección del exterior, a seguir buscando afuera; cuando de pronto me doy cuenta que la dirección a la que quiero extender mi alas para volar es hacia el corazón; hacia adentro y no hacia afuera; me di cuenta que esa es la dirección correcta, pues ahí ya está el amor en mi.

No podemos ir huyendo de los problemas, escapando para tapar, porque nos llevamos el mismo problema en la maleta.

Si no es resuelto desde el interior, te llevas el mismo problema a dónde quiera que vayas.

No hay tiempo y no hay espacio.

Creo que son momentos importantes de introspección, de saber, ¿Quién soy realmente?

De quitar todas las capas que me he puesto yo solo por supervivencia, de creerme que soy un personaje en la vida que me he creído que era.

No soy el cuerpo, no soy mi mente, en verdad no soy nada de eso, soy lo que está adentro.

Siempre buscamos hacia afuera para ver qué nos hace felices, siempre nos llenamos con cosas ilusorias y la “Felicidad” dura poco, “el aparente amor” dura poco, en dónde en este aparente “Mundo” todo cambia de forma una y otra vez y la “Vida” se mueve como arenas movedizas cuando menos te lo esperas, comprándote así el “combo pack” del mundo de las ilusiones, y la solución no está ahí .

Pregunto yo: ¿En qué momento dejamos de vivir y pasamos a sobrevivir?

Ahora me doy cuenta de que la dirección correcta es en el corazón, ahí está el amor incondicional por mi mismo, ahí está todo lo que he estado buscando. Es donde está la verdad, la certeza de lo que realmente soy.

Cuando suelto y recuerdo quien soy, me hace estar en plenitud, en perfecta paz, en dicha absoluta, sin pretensiones, sin máscaras, sin estrategias, pues el amor en su totalidad es lo que en verdad soy. Y aunque llueva y relampaguee afuera, nada puede sacarme de mi herencia divina, del reconocimiento de lo que soy realmente, pues la vida soy yo, no el aparente “Mundo”.

Hoy con todo lo que está pasando actualmente en mantenernos separados por prevención de salud, lo cual es de suma importancia, también les digo: “Un cuerpo no me puede limitar, un espacio no me puede limitar, podremos estar separados en la forma , más no en el contenido”.

Ernesto Siller.